martes, 15 de mayo de 2012

Con la distancia justa

Hideo Kobayashi, un crítico de cultura, dice que la hoja de un árbol puede ocultar la luna. Si ponemos la hoja delante de nuestros ojos, está tan cerca que no podemos verla como es. Sin embargo, si la alejamos de nosotros, podemos verla tal como es. Eso mismo sucede con todas las cosas. Las montañas, los ríos, la luna, las nubes: todo se vuelve visible si nos quitamos la hoja de nuestros ojos.
Cuando se trata de cosas de  nuestra propia vida, también pueden estar demasiado cerca para que podamos verlas con perspectiva apropiada. [...] Pero si las vemos con la distancia justa, apreciamos el maravilloso paisaje que nos rodea. (Shundo Aoyama)

Dar tiempo al tiempo, dejar que las aguas vuelvan a su cauce, hacer que reposen las emociones,... es lo que Shundo Aoyama nos sugiere en este texto. Una verdad como un templo que, a pesar de ser tan cierta y haberla experimentado en diversas ocasiones en nuestra vida, nos olvidamos con más frecuencia de la deseada.

El tiempo lo cura todo, dicen. El tiempo, ese que nos saca de nuestras casillas y que siempre nos falta cuándo más lo requerimos, se convierte en nuestro mayor aliado ante el dolor y la adversidad. Porque, no es que lo cure todo, es que el tiempo nos imprime madurez, consciencia y sabiduría, tres ejes esenciales para lograr esa transformación interior e íntima que nos permitirá observar nuestras experiencias de vida desde otra perspectiva, desde otro sistema de referencia más saludable, enriquecedor y amoroso.

Un abrazo,
Irene Montero González.

1 comentario:

  1. Hermosa y cierta reflexión. Me ha gustado mucho. Gracias por compartirla.

    Un beso desde mi corazón.

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